En la entrada anterior en nuestro blog “Dolor lumbar y fascia toracolumbar”, nos hicimos eco de la importancia del tejido fascial y más concretamente de la fascia toracolumbar en el dolor lumbar. En aquella entrada, tratamos de dar fe de la importancia de las fascias para con el dolor, no solo de lumbares, sino de todo el cuerpo.
En la actualidad muchos pacientes vienen aquejados de diferentes dolores de origen miofascial, que son tratados en camilla mediante técnicas de liberación fascial, pero también hay otros métodos de tratamiento, como son los foam roller o también, la movilización fascial activa, sobre la cual trata esta entrada.
¿En qué consiste la movilización fascial?
Como ya expusimos en nuestra anterior entrada, se podría decir que la fascia es una segunda piel que envuelve todo nuestro cuerpo; envolviendo músculos, tendones, nervios, vasos sanguíneos o las mismas vísceras.1
Hay que señalar que la fascia tiene una gran capacidad de deslizamiento, que nos permite el movimiento corporal. El tejido fascial es considerado por muchos autores como un auténtico tejido articular.1
Los profesionales, podemos tratar este tejido con nuestras manos, pero también lo podemos tratar mediante el movimiento. Para poder realizar este trabajo se ejecutan una serie de movimientos muy suaves, lentos y repetitivos; siguiendo las líneas de tensión del tejido fascial marcado por las cadenas musculares.2
Tensegridad o integridad tensional.
La palabra tensegridad deriva de la unión de la palabra “tensión” e “integridad”, y se utilizó para denominar al cuerpo como un sistema tensional. 3
Las estructuras no flexibles del organismo, como los huesos, no se apoyan las unas en las otras, están conectadas y separas por los sistemas tensionales de las fascias. En este sistema, todas las partes del organismo tienen un trabajo que hacer dentro de la estructura tensional. Cuando cambia la tensión en una zona, esta pequeña variación termina por afectar a todo el cuerpo y todos los campos tensionales.1
Beneficios que podemos obtener con ejercicios de movilización fascial.
La fascia se desarrolla a partir del movimiento, para que una fascia sea sana debe de moverse. Hay un dicho que reza “todo el que no se mueva va a quedar deteriorado” (Schleip, 2013). La vida es movimiento, y el movimiento es salud, cada persona en la medida de sus posibilidades, pues la falta de movimiento engendra a la enfermedad. Una fascia saludable tendrá un mayor contenido en agua, será más viscosa y blanda, tendrá una mayor flexibilidad y será más dinámica, reaccionando mejor a los movimientos previstos e imprevistos con una mayor rapidez, seguridad y elasticidad.
Para terminar debemos remarcar, que mediante una fascia sana tendremos:
· Un menor esfuerzo muscular durante el movimiento, por lo que hay un menor gasto energético, lo que conllevará a una mejora de las marcas en el caso de los deportistas.1
· Mejorará la calidad del colágeno que conforma la fascia, por lo que las fuerza de transmisión que realizan los músculos, será transmitida sin obstáculos a las conexiones óseas vía tendones. 1
· Gracias al movimiento, los tejidos estarán mejor nutridos, habrá un mejor equilibrio de fluidos y una mayor cantidad de agua, es decir, el tejido será de mejor calidad y nos permitirá un mejor movimiento.1
Referencias bibliográficas.
1. Slomka G. “Fascias en movimiento. Entrenamiento específico y fisiología de las fascia para mejorar la postura, la fuerza y la flexibilidad”. Página 42. Ediciones Tutor. Madrid 2015.
2. Thomas W. Myers. “Vías anatómicas. Meridianos miofasciales para terapeutas manuales y del movimiento”. Editorial Elservier-Churchill-Livingstone. Tercera edición. Barcelona, 2015.
3. R. Tutusaus, J. M. Potau. “Sistema Fascial. Anatomía, valoración y movimiento”. Editorial Médica Panamericana. Madrid, 2015.
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